El mundo de la Hadas es una mezcla de misterioso encanto, de cautivadora belleza, pero también de una enorme fealdad, de insensible superficialidad, de humor, malicia, júbilo e inspiración, de temor, risa, amor y tragedia. Es mucho más rico de lo que, por lo general, nos induce a creer la literatura y es, además, un mundo en el que hay que penetrar con suma cautela, pues no hay nada que más enoje a las hadas que unos seres humanos que se mueven curiosamente por sus particulares dominios, como turistas malcriados. Bajo su embrujo puede desarrollarse el amor y también el abandono y la muerte. Al igual que los humanos viven en un universo de contradicciones.
El genial dramaturgo ingles William Shakespeare, en su obra Hamlet, sentencia que existe sobre la tierra más cosas de las que alcanza a percibir, la imaginación. Podríamos agregar también, que en un porcentaje alto lo fantástico es invisible a los ojos. La creencia en la existencia de las Hadas, es común a las más diversas culturas, encontrando el origen en los mitos y leyendas de cada una de ellas.
Una de las tantas leyendas, sostiene que las hadas son ángeles caídos o paganos muertos que no han sido suficientemente buenos para entrar en el paraíso, ni tan malos como para entrar en el infierno, quedando obligados a vivir eternamente a mitad de camino.
Otra leyenda cuenta que cierta vez, estaba Eva, a orillas de un río, bañando a sus hijos, cuando escucho que Dios, le hablo. Temerosa, Eva oculto a los hijos que todavía no había bañado, para que Él no los viera. Dios, que todo lo ve, le preguntó si con ella estaban todos sus hijos y Eva mintiendo, respondió que sí. Entonces, Dios le advirtió que aquellos que había ocultado, quedarían ocultos para siempre a los ojos de los hombres y fueron esos niños los que se convirtieron en hadas o Elfos.
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